Cabalgando

Tal como dije en el post anterior varios amigos me acompañaron el sábado. Incluso brindamos con cava. Pero no pudimos llegar al amanecer, el alcohol hizo mella entre mi ejercito y uno a uno fueron cayendo... hasta el domingo no pude de nuevo contar con todos mis efectivos, jejejeje.

Ya el domingo parte de esos efectivos (Hola jhonpy, Hoa Moni) se presentan en mi fortaleza a horcajadas de sus monturas de acero, a traves de la visera de sus yelmos me instan a que cabalgue con ellos. Y como tres modernos caballeros avanzamos al encuentro de la ciudad milenaria de Toledo la Imperial. Alli se nos unes cuatro jinetes más (hola hermanito) y juntos asaltamos las viejas calles en busca de posada donde refrescar nuestras gargantas (vamos... que fuimos a dar con el sitio más pijo de Toledo). Los elegantes parroquianos del lugar miraban de reojo a los jinetes, estos dejaban los yelmos en el suelo. Pero... las miradas no bastan para amilanar a los fuertes espíritus de la carretera. Ya de noche... cada cual, después de otra cabalgada vuelve a su ciudadela. Otro día... cuando el sol brille... ¡Volverán!.

Eso sí, entre que la moto es algo chica y que me falta un huevo de rodaje (llevaba 16 años sin montar)... tengo que cambiar de burra. A ver si un día de estos puedo comprarme esto.¿A que es toda una preciosidad? Esta si que cae, palabra.

Eduardo