Otra vez caminaba por la calle de los grandes almacenes y vistosos escaparates. Había nevado la noche anterior y con la helada del alba la calle estaba resbaladiza. Se había atado unas bolsas en los pies, así no se mojarían sus zapatillas, gran adquisición. Las había encontrado casi nuevas en un contenedor, al parecer el niño que antes las había utilizado decidió que ya no eran apropiadas para esta temporada.A sus doce años observaba con asombro como una vez al año la gente se trasformaba. Señores serios, con traje oscuro se ponían en la cabeza unos gorritos ridículos de colores chillones, cantaban canciones desafinadas y dejaban por unos días su habitual rectitud.
La ciudad se llenaba de luces y él conseguía mejores limosnas. Hasta el dueño de la tasca que habitualmente le regañaba por hurgar en su basura le había dado un bocadillo y una bebida de esas que saben a azucar y hacen cosquillas en la boca.
Sí, definitivamente esa época del año cambiaba a la gente por unos días. Decían que era "navidad". El se lamentaba que no fuera así el resto de año.
Y tu... ¿Cómo eres cuando no es "navidad"?
Eduardo


