Algunas veces ocurre, como hoy, que sin saber por qué me veo asaltado por oleadas de rabia, ira. Veo sucesos, leo barbaridades, oigo gilipolleces, algún que otro memo en estos días le da por tocarme las narices... entonces todo bulle para explotar.

Siempre he presumido de un gran autocontrol, lo cierto es que hasta ahora ha funcionado. Siempre procuro canalizar esa rabia hacia algo más constructivo.

No es sencillo pasar por la vida como tal, a veces se confunde una sonrisa con una patente de corso para hacer lo que venga en gana. Días que no es que quiera cargarme el mundo entero (dan ganas) pero...

Entonces me meto en la cocina, pongo música fuerte, muy fuerte, para dar por culo al vecino que lo ha hecho durante cinco años. Preparo un ragout de ternera, abro una botella de vino y escribo esto.

Lo cierto es que no es mala terapia, pero cuando exploto la gente se extraña de mi reacción. ¿Qué pasa? ¿Todo el mundo puede hacerlo menos yo?

Ahora hay un puñado de gente que ni me mira, ni saluda, ni nada. Y todo por que no saben donde está la medida, no saben cuando una broma se convierte en pesadez. Que les den... soy así, buena gente hasta que me tocan los cojones. Como cualquier mortal pienso yo.