Hace aproximadamente dos años y medio el mundo me estalló en plena cara. El que viera venir el estallido no minimizó ni el golpe ni las consecuencias. Después de aquello no es que empezara una nueva vida sino que seguí con la que me dejé atrás al retirarme del mundo. Unos me llamaron superviviente otros perseverante. No creo que sea ninguna de las dos cosas, simplemente cuando estás más abajo del suelo sólo te quedan dos opciones: o reptar por el fango o levantar la cabeza.
Poco a poco me volví a encontrar, como ya conté aquí, cuando empecé a vestir de negro nuevamente y seguí el camino marcado. No esperaba grandes cosas del mundo ni tenía ilusiones más allá de encontrar a alguien con quien compartir unas cervezas. Si no esperas grandes cosas no te sentirás decepcionado nunca.
Como siempre la realidad cotidiana se empeña en llevarme la contraria. Yo que no esperaba nada me encuentro de golpe con gente realmente interesante entre la masa aborregada que conforma nuestra sociedad. Lo más maravilloso de todo es que alguna de esta gente me dejó entrar en su vida y nos dispusimos a compartir alguna que otra gloriosa locura.Y es por alguna de esa gente que ahora sufro por que la veo sufrir. No me engaño, no puedo hacer absolutamente nada salvo escuchar y procurar contagiar esa sonrisa eterna que dicen que tengo.
A toda esa mi gente que ahora lo está pasando mal, que su mundo se ha venido abajo quiero dedicar esta música de hace unos años. Nos vemos en ese mundo imaginario donde para llegar sólo tienes que tirar los mapas a la papelera y preguntar a tu imaginación.
Por cierto, hay un garito en Toledo que se llama así: Sildavia. Al próximo que venga le invito a unas cervezas allí.