Viaje al tiempo...

- ¡Despierta infiel! -Tronó una voz.

- Hummmmmmm ¿Quien eres?
- No importa, tienes una misión que cumplir.

...

¿Fue sólo un sueño? Ahora no sabía dónde estaba, las calles recordaban a su ciudad pero eran más blancas y hacía más calor. También había un río y un aroma almorávide en el aire.

- Ven, yo te guio. -La voz era dulce y femenina.
- Voy si me dices cómo llamarte.
- Soy una musa, Musa de Esmeralda.

Se dejó guiar por tan grata aparición. Una figura esbelta ataviada de verde con el sol de la tarde reflejandose en los mechones de su pelo. Caminaron por calles estrechas y empinadas, una carta en la puerta de una casa abandonada, nombes en alfabéto árabe, trovadores callejeros con extraños instrumentos, vendedores de incienso por las calles, olor a té...

Pasaron a una casa, una casa de otro tiempo. Una mujer de tez morena sirvió el té mientras el sol se colaba por un tragaluz por encima de la Musa. La voz atronadora del primer sueño retumbó en sus oídos. Pertenecía a una figura con túnica y turbante finamente enjoyado.

- Infiel, te he traído a este lugar para cumplir tu misión. En tu equipaje hay un objeto de mi propiedad. Entrégalo ahora.
- Lo siento mi señor, pero ya no me pertenece y... a vos tampoco.
- ¿Cómo osas? ¿Sabes acaso con quien hablas desvergonzado? Soy Abu 'Abd Allāh.

-¡Boabdil! - Ahora sí reconoció al dueño de la voz. - De nuevo lo siento, pero ahora pertenece a quien me guia por estas calles.
- Has jugado sucio infiel. Sabes que no tengo poder alguno contra las musas y a la que acompañas tiene fama de ser muy poderosa. Ahora me marcho... ¡Que Alá te guarde infiel!...
- Que encuentre la paz mi rey.

Y el espíritu del último rey nazarí desapareció por las estrechas calles del Albaicín.