En marcha
Para una mujer maravillosa con unos enigmáticos ojos… Cattz
La nave seguía su curso, hacía 500 años que había abandonado el sistema solar. En los últimos 200 no se había recibido ninguna transmisión, por lo que seguramente los robots ya habían ejecutado a toda la humanidad.
Era la nave era la más grande jamás construida, con una población de 50.000 humanos, plantas hidropónicas, cúpulas zoológico con muchas especies de animales de todo tipo y granjas que suministraban las proteínas necesarias para la subsistencia de esta moderna arca de Noé.
Está mañana el jefe de ingeniería estaba perplejo. Desde hace aproximadamente dos semanas, aún utilizaban los cómputos temporales de la vieja Tierra, los motores atómicos de la nave habían dejado misteriosamente de dar problemas. El rendimiento estaba cercano al punto óptimo sin causa aparente y la contaminación en los tubos de admisión antes siempre presente había desaparecido.
Se desmontaron parte por parte cada uno de los motores, y eso les estaba retrasando en su camino, seguían varados en la superficie de un planetoide errante que les servía de dique para las reparaciones. Pero no encontraron absolutamente nada que aclarara el misterio del buen funcionamiento de los motores, por lo tanto, siguieron la marcha.
Aproximadamente a 3.5 parsecs de distancia los motores volvieron a dar problemas por la aparición de la misma condenada contaminación pero eran razonablemente operativos y siguieron con su rumbo.
Y vuelta al misterio, otra vez sin causa aparente volvían a estar en perfectas condiciones. Desmontaron los filtros de admisión y encontraron algo que según revelaron los análisis posteriores era la más inesperada de las materias, lana de oveja. La misma lana era la que estaba haciendo de filtro suprimiendo la contaminación de los tubos. Pero para cómo había llegado ahí el jefe de ingenieros tenía ya una explicación.
A la hora de la cena, bajó a la sala de máquinas y allí estaba la pequeña Cattz abrazada a su corderito favorito.
-Papi, no te enfades, en la granja tiene mucho frío y como aquí hace calor…
Esta es la primera vez que Cattz aportó una solución inesperada en la mejora de la gran nave.
Continuará…?
Terminus – L. Eduardo Parra
5 comentarios:
Ahora quiero un corderito...
Tengo que preguntar a mi hermano donde estaba el cuento de la lana de oveja para que te lo leas :)
Aun sigo esperando...
Levaba varias semanas si entrar en el blog y sin leer tus relatos, algunos impresionan y otros me dejan indiferente he de decir, después de haberme dado un viajecito por todos ellos, tengo la mismas sensación que semanas atras.
Eduardo sigue escribiendo.
Cattz, sabes que mientras no sea un perro... y ya me has dejado con la intriga de que cuento es.
Jorge, hijo que todavía no se me ha ocurrido, el día menos pensado lo escribo.
Vaya señorita Cattz, qué afortunada es ud.
Terminus, hijo, ya he confesado mis pecados (en los que has sido envuelto tú). Si no no dormía.
Estooo... ¿Algo en contra de los perros?
¿Eh?
¿Me lío a bocaos ya?
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