Quiza sea asi

5 de Diciembre de 1964 4:19 p.m.

Cómo había llegado allí seguía dejándolo confuso. No recordaba el momento de haber cruzado la calle.

¿Seguro que estaba al otro lado? Sí, seguro. El semáforo estaba a la derecha, éste está a la izquierda. He tenido que cruzar la calle.

El Sol, su luz. Era distinta, no era la luz amarillenta que le había acompañado desde que tenía uso de razón. Esta luz era… azulada. Tampoco le hacía daño cuando miraba directamente, si hasta la luz fluorescente de su oficina le irritaba los ojos.

Era confuso.

La gente, también era distinta. Habían perdido nitidez. No eran los colores vivos que el recordaba. Parecía una película de cinematógrafo de los años 30, antes de la llegada del color a las pantallas.

Era extraño.

Los edificios, por que no se había fijado antes. No parecían ni cercanos ni lejanos. Habían perdido profundidad, parecían estampados en un lienzo. Que el recordara, vivía en un mundo en tres dimensiones.

Era alarmante.

Dudando seriamente de su salud mental, volvió sobre sus pasos en dirección a casa. Alterado por la falta de lógica de la situación el la que se encontraba, tampoco prestó atención a la falta de curiosidad que despertaba entre la gente.

Se encontraba a las puertas del edificio de apartamentos, pero las puertas automáticas le negaban el paso, otro inconveniente más. Se abrieron ante la llegada de un repartidor, aprovechó para pasar detrás. El ascensor no funcionaba, subió por las escaleras. Si reparó en su rodilla, no le molestó en absoluto al subir, siempre sentía molestias en esa rodilla.

La puerta de su apartamento estaba abierta, se veía a una docena de personas alrededor de un centro con flores. Entonces comprendió... estaba asistiendo a su propio funeral.

5 de Diciembre de 1964 11.47 a.m.

El conductor no podía creerlo, sólo había mirado al escaparate por un segundo. Aseguraba que el semáforo estaba en verde.

Eduardo